Retrato I- Persona elegida.


 Ernesto. Gigio. 

52 años de trayectoria que se rasgan en su piel. El tiempo se posa con cenizas sobre la sabiduría que guarda. El pelo blanco, la piel trigueña. La altura de un gigante, y el corazón de un niño. A veces se disfraza tanto de adulto que se pierde en el camino. Que se olvida de reír. Que se olvida de llorar. La vida lo cagó un poco a palos pero para él, el vaso está siempre medio lleno. Tanto que si lo ves de mal humor te asustás. Porque ahí entonces si que viene un huracán. Demasiado bueno para este mundo. O será porque es mi papá. Hasta donde me querés? "Hasta las estrellas y más allá". Si el día tiene 24 horas, 25 son para su trabajo. Que odia, creo yo. Aun que dice que ama ser abogado. Si le sobra una hora, es para caminar. En la playa. Con viento o sin viento, no importa. Siempre dice que el último perro que tengamos es el ÚLTIMO. Ya no le creemos. Tiene defectos, sí. Egocéntrico pero inseguro. Todavía me sigue preguntando si no me quiero cambiar de carrera. Le da miedo. Me da bronca. Es necio. Si lo buscás seguro está en la heladera haciendose un sanguchito con queso. O en el patio regando. Se olvida la manguera abierta. Se le inunda la casa al vecino de atrás. Cuando cumplió 41 sintió un alivio en el pecho. Pensó que no pasaba los 40, como su viejo. Su timbre de voz es tan fuerte que parece que siempre está gritando. Es de familia, dice. Mis amigas me piden que hable más bajo. Vos sos la hija de yiyo? -su apodo desde que tiene 6, por el topo- aunque según él las orejas se le acomodaron, pero ya de pibe el sobrenombre estaba pegado. Bueno, fin. Si quieren saber su parte mala le preguntan a mi mamá, su exmujer. O a mí, cuando estoy enojada. O a mis hermanos cuando los castiga. 

Comentarios

Entradas populares