EXPERIENCIA II. EL ESPEJO.

 

En cuanto a técnica soy consciente que la fotografía elegida no es la mejor y que sobre el rostro en la parte derecha la imagen se encuentra bastante sobreexpuesta. Este trabajo fue un desafío en el que al principio yo tenía muy clara la idea donde quería retratar el lado sensible o no tan a la defensiva de mi papá, que es el lado que muestra muy pocas veces, de manera simbólica queria contrastar esto con el paisaje de rocas que lo envuelve, a modo de protección, donde se deja ser vulnerable, justamente en la playa, su lugar favorito. Encaprichada con esta idea conceptual en las primeras preentregas se me hizo muy dificil dejar fluir al retratado y a la sesión fotográfica porque los resultados justamente iban para el lado contrario, la mirada y gestos de mi papá son muy duros y no se relajaban. Finalmente, en esta última entrega intente corregir el encuadre y darle más aire, además necesitaba despegar a la figura del fondo (algo que se me hizo muy dificil porque el color de la piel y de las rocas eran muy similares o los encuadres bastante ahogados). El blanco y negro fue un recurso que me ayudó a este despegue porque resalta las sombras de las piedras y su textura. La utilización de luz natural también fue complicada ya que (aunque empecé a las 6:30 am) luego el sol se fue corriendo y cuando conseguí el encuadre que me gustaba, la luz estaba muy de costado. Finalmente elegí este retrato porque es el más fiel a mi papá, si bien se encuentra característicamente con los brazos cruzados, como si fuera una armadura, en su rostro esta imagen capto el unico momento donde él dejó de posar forzadamente y se entregó. Esta idea del ying y el yang, plasmada en el blanco y el negro, la luz y la oscuridad, las canas que poblan su pelo negro, las texturas rugosas de las piedras y sus arrugas que dejan ver el paso del tiempo, esto es Ernesto y al mismo tiempo Gigio, el tipo de 52 que le hace frente al mundo y mi papá que lloró conmigo en el final de La La Land

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